Existir lejos de aquí

2 Ene

Permanezco quieto. Reposo el peso de mi conciencia en esta piedra. Rodeado del agua del río. En el interior del bosque soy bosque. Sentado en esta piedra del río soy presente eterno. El tiempo no existe cuando todo lo que existe es tiempo. Cuando abro los ojos, se cierran los ojos de la realidad. Sin embargo, escucho los sonidos del bosque. Asomado desde este enorme ventanal, mi habitación parece integrarse sólo ahora con los colores del horizonte. Ese horizonte de paisajes interiores desconocidos. Este horizonte de latitudes septentrionales que desborda toda accesibilidad, si se pretende alcanzar con las extremidades lentas y atrofiadas del concepto. Toneladas de símbolos estratifican mis sedimentos. Kilómetros y kilómetros de palabras colonizan mis territorios. Pero sé que existir lejos de aquí no es existir. Existir lejos de aquí es indefinirse. Hacerse incomprensible. Nómada de uno mismo. El lenguaje es un telescopio arcaico. Desgastado. Miope. Este es la paradoja: No tenemos más medio que la palabra para hablar de lo que no se puede decir con palabras… Sentado en esta piedra, en el corazón del bosque, hoy más que nunca sé que el preludio de lo que no fui se manifiesta a cada momento en lo que soy. Callo y escucho.

Marco Moreno