¿Por qué existe dios?

6 Mar

Que tengamos constancia, existen unas 4200 religiones en nuestro planeta y muchísimas creencias ya extintas desde la prehistoria hasta nuestros días.

Cuando analizamos estas cifras en perspectiva, da la sensación, o es mi opinión, de estar ante una necesidad humana más que ante un sin fin de deidades que crearon el mundo y a nosotros, a su imagen y semejanza.

La religiones monoteístas, o lo que es lo mismo, de un solo dios, son bastante recientes en nuestra historia. Lo más normal en la antigüedad era tener muchos dioses, tantos como las cosas que no podíamos explicar; fuego, cielo, lluvia, Sol, Luna, Naturaleza, etc. Esto nos sirve de pista en cuanto a la necesidad del ser humano por atribuir a dioses lo inexplicable, una herencia que ha llegado hasta nuestros días. La diferencia es que hemos cambiado lo inexplicable por nuestros miedos e inseguridades y, sobre todo, por la necesidad de distanciarnos de los animales, grupo al que pertenecemos, y reconfortarnos con la existencia de una vida tras la muerte.

La tendencia ha sido pasar de las religiones politeístas, que derivaban del totemismo, fetichismo y animismo, a las religiones monoteístas, que derivan del régimen de esclavitud y la creación de monarquías que llevó a una veneración única. Esto supuso un gran cambio, aunque incluso las religiones monoteístas, como el Islam y el Judaísmo, tienen huellas del politeísmo. Sin ir más lejos, el Cristianismo, con su trinidad, vírgenes y santos, es posiblemente la que más remanentes tiene del politeísmo.

No es mi intención, en este artículo de opinión, ahondar en el excesivo daño producido por las religiones a los seres humanos a lo largo de la historia, pero no hablar de estos temas sería obviar una parte de la realidad.

Como dato interesante, las grandes guerras de la antigüedad y de la edad media se hacían en nombre de alguna religión.

La prostitución, algo tan reprochable para las religiones, fue la encargada, con sus impuestos, de levantar iglesias y catedrales. Incluso en esta época, era normal entre los grandes cargos de la religiones, más concretamente de la Cristiana, que estos fuesen acompañados de prostitutas de lujo.

Las religiones siempre han tenido un especial interés por ralentizar o paralizar el avance de la ciencia. Es evidente que los avances científicos hacían y hacen peligrar los pilares de las religiones. Pilares que se mantienen en pie por la fe.
Una de las acepciones de la RAE, quizás sea la más apropiada para describir lo que estoy diciendo, sea la número cuatro, que dice: “Creencia que se da a algo por la autoridad de quien lo dice o por la fama pública”. Es decir, que te lo tienes que creer, no porque esté utilizando el método científico para demostrártelo, sino porque lo dice esa persona, religión o dios.
Si toda esta ralentización no hubiera ocurrido, posiblemente estaríamos en el presente viviendo el futuro.

Sí es verdad que las religiones tuvieron su época de ser perseguidas, cada una en su momento, esto no lo vamos a negar. Pero todo esto es peccata minuta comparado con la persecución tan brutal que estas religiones han hecho de los ateos, de otras religiones, de los niños y adultos con capacidades diferentes (brujas y brujos), de científicos y, por encima de todo, de los homosexuales, bisexuales, etcétera.
Una persecución que, al contrario de la que sufrieron dichas religiones, sigue hasta nuestros días.
Esto es profundamente vergonzoso y, no sólo porque yo esté en más de una de estas “categorías”, sino porque va radicalmente en contra de lo que esas mismas religiones predican; amor al prójimo, caridad, ayuda incondicional, igualdad…

Y, con la igualdad hemos chocado. Si alguien dentro de las religiones ha tenido un papel secundario, por no ser más tajante, ha sido la mujer. El género olvidado dentro de las religiones. Nunca una mujer, en la mayoría de las religiones, ha tenido algo de poder, más que el que le ha dado la historia por ser capaz de dejar huella en ella.

El daño producido por algunas religiones a las personas más indefensas de la sociedad, los niños, daría para un artículo aparte. No llego a comprender como, el organismo, por llamarlo de alguna forma, con mayor abuso al menor es el mismo que debería inculcarle valores para su vida. Miles y miles de personas dentro de estas religiones y a todos los niveles están implicadas en estos abusos, por todo el mundo. La cifra real seguro que dicta mucho de la que sabemos, elevando la que conocemos, que no es poca. ¿Por qué? No deja de ser, además de grotesco, curioso.

Creo que voy a parar aquí porque, si bien me dejo muchas cosas en el tintero, me estoy apartando de la idea original del artículo. ¿Por qué existe dios?

De pequeño escuché en varias ocasiones que la biblia, por hablar de una religión en concreto, la más cercana a mí, era el mejor libro de la historia. Cuando muchos de sus relatos no son más que un “copy+paste” de otras religiones o historias de otros pueblos. La mayoría de las religiones se basan en lo mismo con pequeñas variaciones. Y os pongo un ejemplo.
La religión Cristiana, aunque esto no es exclusivo de esta religión, ha enarbolado varias historias como grandes hazañas que no forman parte de su historia, sino que son relatos rehusados.
Seguro que todos habéis oído hablar del Arca de Noé. Una historia en la que Noé construye un barco enorme y mete en él una pareja de animales de cada especie.
Además de lo evidente; ¿Qué le dio de comer a los carnívoros? ¿De dónde sacó una pareja de cada especie en el lugar donde construía la embarcación? ¿Cómo fue capaz de hacerlas convivir? Y un largo etcétera. Lo más curioso de todo esto es que, la historia del Arca de Noé es un cuento Sumerio; “el poema de Gilgamesh” del tercer milenio a. C. De hecho se cree que la historia viene de Mesopotamia, de cuando se desbordaban los ríos Tigris y Eufrates.
Vamos, que esta historia del Arca de Noé hace aguas por todos lados.

Hay más, pero creo que esa, por ser casi una abanderada en el Cristianismo o en el Corán, se basta solita como ejemplo.

Todo este artículo es una opinión personal, y no significa que no haya que respetar a todas esas personas que creen que existe uno o varios dioses. No a esos dioses, que para mí no existen, pero sí a las personas. El respeto debería ser mutuo, pero ya hemos visto en este artículo, en la historia y nuestro día a día que no suele ser así, aunque por supuesto no podemos generalizar.

Pero eso no nos da poder para hacer lo mismo. El respeto a las personas, tengan la condición que tengan; sexual, religiosa o no, política, ideológica, racial, etc., no debe ser nunca una excusa para no ser respetados.

El respeto a las personas debería ser una imposición de nuestra sociedad.

¿Por qué existe dios?

En mi opinión dios es una necesidad del ser humano.

Por lo tanto, para mí, el hombre creo a dios a su imagen y semejanza.

El capitán de su calle