A mi padre

22 Mar

Una etapa de mi vida finaliza. Casi sin previo aviso, una de las dos columnas de mi casa se derrumba, arrastrando un sin fin de recuerdos.

Ya no puedo seguir al modelo.

En mi cabeza se agolpan las emociones, las enseñanzas, los sentimientos…

Una parte del modelo la retiene mi cerebro, que impaciente intenta darle salida por todos los medios. Él no sabe que daño me está haciendo y reproduce cada detalle en el día que estoy viviendo.

Casi sin tregua trato de detenerlo, pero tantas vivencias no desaparecen durmiendo.

Necesito gestionar mis sentimientos, necesito ignorar mi ansiedad, necesito seguir viviendo.

Después de un tiempo vuelvo a coger el timón para navegar por mar abierto, pero el maldito temporal no me deja salir del estrecho.

Quizás me deje llevar por el viento. ¡Compartir el timón! Otear el horizonte y ver a lo lejos el bosque completo; reconociendo a los seres que están e imaginando, con lo aprendido, aquellos que ya no veo.

El capitán de su calle